sábado, 9 de mayo de 2015

NO, NO SE TRATA DE MC MINDFULNESS



Por Por Barry Boyce (*)

Cuando Mae, el personaje principal de la novela satírica de Dave Eggers 'El Círculo’, ingenuo y novato,  se encuentra frente al campus gigante de Silicon Valley, donde acaba de ser contratado, está encantado de haber conseguido un buen trabajo en una economía difícil. Pronto queda claro, sin embargo, que el lugar de trabajo de Mae está tan insidiosamente controlado que es más como un culto que como una empresa.

La cultura tiene que ver con la conexión, pero las conexiones son forzadas y superficiales. Mae no tiene espacio para examinar sus opciones y darse cuenta es absorbida  por una cultura corporativa donde la gente no cultiva su propia atención. Allí sólo se busca la atención de los otros: mírame, mírame, te gusto, te gusto, comparte conmigo, comparte conmigo.

Se trata de un relato de ficción, pero la preocupación por el exceso de control de los lugares de trabajo es muy real. Volvamos hacia atrás. Las crónicas de los derrumbres de Wall Street escritas por Michael Lewis en  “El gran cortocircuito”  y  “El póker del mentiroso” retratan una cultura de la desconexión. Los administradores del capital del mundo no se preocupan sin duda por los “me gusta” del Facebook. Tomaron riesgos masivos que causaron estragos en las vidas de otros, asumiendo poca responsabilidad por ello. En su opinión, Lewis nos dice que el éxito atañe a los logros individuales, mientras que el fracaso es un problema social.

Representaciones como éstas del control sin control o de la codicia hacen que todos seamos cautelosos respecto a la mala conducta corporativa y algunos comentaristas ahora están preocupados porque  el rápido crecimiento de los programas de atención plena en los lugares de trabajo permitan sencillamente este tipo de excesos. The Economist, por ejemplo, se preocupa de que "el antiguo arte de la meditación" ha sido devaluado y que "el objetivo de la práctica ha desaparecido." Un blog en el Huffington Post advirtió de los peligros del Mc Mindfulness.

Ciertamente, la atención plena puede ser simplificada: “se trata sólo de estar presente”; o vendida como una panacea:”unos pocos minutos al día van a cambiar totalmente su vida”, pero no tiene por qué ser así. Se puede lograr un cambio real en el trabajo. Permitirá la disminución de los malos comportamientos y la promoción de las buenas conductas.

Un factor clave es la persona que enseña Mindfulness. Al igual que los profesores de cualquier disciplina -desde Pilates hasta el violín, pasando por la extinción de incendios- mindfulness necesita entrenamiento y práctica continuos. Como proveedores de cuidados para la salud necesitan un código que debe incluir que la atención plena verdadera debe  comenzar en el alivio del estrés, pero no tiene que terminar allí. Como es natural la práctica conduce  a la curiosidad acerca de nuestras propias mentes y a la reflexión de cómo estamos conectados con otras personas, de las causas y efectos de nuestras acciones. Los buenos maestros mindfulness motivan  a usar el poder de su mente -estabilizada través de la meditación-  a mirar dentro de sí, fuera y alrededor.

Practicar la atención, por tanto, no es sólo un asunto de salud. Se trata también de nuestras acciones y nuestro desempeño. Mindfulness ha demostrado que mejora nuestra creatividad y amabilidad. Los líderes tocados por la atención plena puede encontrar innovaciones para resolver problemas reales y ayudar a tener una vida mejor. ¿Quién sabe lo que un líder -en los lugares de trabajo desde la Ford Motors hasta el Departamento de Bomberos de Los Ángeles- podría hacer para un bien mayor con un poco de Mindfulness?

Muchas compañías ofrecen asesoramiento, porque la gente es su activo más valioso. Y se ayuda a los que se convierten en personas más saludables y también en  mejores padres y esposos. Pero los profesores de mindfulness deben ser independientes. Cruzan una línea si creen que su misión es aconsejar a los empleados a que sigan las directrices de las empresas.  

La gente que enseña atención plena dentro de las empresas necesitan tener un fuerte grado de independencia. Si están allí, incluso sutilmente, utilizando la atención plena como un medio para engatusar y controlar  o simplemente para construir enfoque en lugar de ayudar a la gente a ver sus propias decisiones con claridad, entonces no es Mindfulness lo que se está enseñando.

(*) Editor jefe de la revista Mindful. En este artículo apareció en la edición de diciembre 2014 de la revista www.mindful.org

Traducción de Jesús David Zarza con revisión de Dokushó 

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