Por Por Barry Boyce (*)
Cuando Mae, el personaje
principal de la novela satírica de Dave Eggers 'El Círculo’, ingenuo y
novato, se encuentra frente al
campus gigante de Silicon Valley, donde acaba de ser contratado, está encantado
de haber conseguido un buen trabajo en una economía difícil. Pronto queda
claro, sin embargo, que el lugar de trabajo de Mae está tan insidiosamente
controlado que es más como un culto que como una empresa.
La cultura tiene que ver con
la conexión, pero las conexiones son forzadas y superficiales. Mae no tiene espacio
para examinar sus opciones y darse cuenta es absorbida por una cultura corporativa donde la
gente no cultiva su propia atención. Allí sólo se busca la atención de los
otros: mírame, mírame, te gusto, te gusto, comparte conmigo, comparte conmigo.
Se trata de un relato de
ficción, pero la preocupación por el exceso de control de los lugares de
trabajo es muy real. Volvamos hacia atrás. Las crónicas de los derrumbres de
Wall Street escritas por Michael Lewis en
“El gran cortocircuito”
y “El póker del mentiroso”
retratan una cultura de la desconexión. Los administradores del capital del
mundo no se preocupan sin duda por los “me gusta” del Facebook. Tomaron riesgos
masivos que causaron estragos en las vidas de otros, asumiendo poca
responsabilidad por ello. En su opinión, Lewis nos dice que el éxito atañe a
los logros individuales, mientras que el fracaso es un problema social.
Representaciones como éstas
del control sin control o de la codicia hacen que todos seamos cautelosos
respecto a la mala conducta corporativa y algunos comentaristas ahora están
preocupados porque el rápido
crecimiento de los programas de atención plena en los lugares de trabajo
permitan sencillamente este tipo de excesos. The Economist, por ejemplo, se
preocupa de que "el antiguo arte de la meditación" ha sido devaluado
y que "el objetivo de la práctica ha desaparecido." Un blog en el
Huffington Post advirtió de los peligros del Mc Mindfulness.
Ciertamente, la atención
plena puede ser simplificada: “se trata sólo de estar presente”; o vendida como
una panacea:”unos pocos minutos al día van a cambiar totalmente su vida”, pero
no tiene por qué ser así. Se puede lograr un cambio real en el trabajo. Permitirá
la disminución de los malos comportamientos y la promoción de las buenas
conductas.
Un factor clave es la
persona que enseña Mindfulness. Al igual que los profesores de cualquier
disciplina -desde Pilates hasta el violín, pasando por la extinción de
incendios- mindfulness necesita entrenamiento y práctica continuos. Como
proveedores de cuidados para la salud necesitan un código que debe incluir que
la atención plena verdadera debe
comenzar en el alivio del estrés, pero no tiene que terminar allí. Como
es natural la práctica conduce a
la curiosidad acerca de nuestras propias mentes y a la reflexión de cómo
estamos conectados con otras personas, de las causas y efectos de nuestras
acciones. Los buenos maestros mindfulness motivan a usar el poder de su mente -estabilizada través de la
meditación- a mirar dentro de sí,
fuera y alrededor.
Practicar la atención, por
tanto, no es sólo un asunto de salud. Se trata también de nuestras acciones y
nuestro desempeño. Mindfulness ha demostrado que mejora nuestra creatividad y
amabilidad. Los líderes tocados por la atención plena puede encontrar
innovaciones para resolver problemas reales y ayudar a tener una vida mejor.
¿Quién sabe lo que un líder -en los lugares de trabajo desde la Ford Motors
hasta el Departamento de Bomberos de Los Ángeles- podría hacer para un bien
mayor con un poco de Mindfulness?
Muchas compañías ofrecen
asesoramiento, porque la gente es su activo más valioso. Y se ayuda a los que se
convierten en personas más saludables y también en mejores padres y esposos. Pero los profesores de mindfulness
deben ser independientes. Cruzan una línea si creen que su misión es aconsejar
a los empleados a que sigan las directrices de las empresas.
La gente que enseña atención
plena dentro de las empresas necesitan tener un fuerte grado de independencia.
Si están allí, incluso sutilmente, utilizando la atención plena como un medio
para engatusar y controlar o
simplemente para construir enfoque en lugar de ayudar a la gente a ver sus
propias decisiones con claridad, entonces no es Mindfulness lo que se está
enseñando.
(*) Editor jefe de la revista Mindful. En este
artículo apareció en la edición de diciembre 2014 de la revista www.mindful.org
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