Una palabra, aunque sea brillante, curiosamente oriental y reforzada por la ciencia, no puede arreglar la condición humana. Y eso es lo que el mindfulness comercial puede haber perdido con respecto a los principios budistas más rigurosos a los que ha querido reemplazar: la implicación que del sufrimiento no se puede escapar, sino que debe ser enfrentado. De ese cambio en el sentido -en la occidentalización de sati- debemos ser especialmente conscientes.
por Virginia Heffernan (*)
Cada nueva expresión estilística
lleva consigo alguna evidencia de trauma gramatical. Consideremos “creador de
opinión”, “selfie” o “impactante”. Llegan con notas de cinismo y
artificialidad. Pero de cuando en cuando aparece una brillante excepción a esta
disparatada rutina. Una palabra novata hace su estreno en primera división y un
estadio lleno de pedantes se prepara para mezclarla con tomates y con nada. La
nueva palabra parece, sólo, pasablemente patética. Enloquecidamente, tiene
influencia.
Mindfulness
puede ser una nueva palabra influyente, una que no puede ser rechazada por
trivial o por propagandista. Sí, esta palabra es habitual entre los ejecutivos “mandíbulas
apretadas” de las 500 empresas de la revista Fortune que toman pastillas para
dormir y cuentan entrenadores en liderazgo, así como una seriedad adinerada, que
compran en Whole Foods[1]
donde la revista Minful[2]
se encuentra en las estanterías, junto a otras que explican la carpintería o el
medio ambiente. Parece que no es más que un nombre - mindful, la actitud
adecuada ante las paradas del metro de Londres -pero Mindfulness tiene unos
orígenes más exóticos. A finales del siglo XIX, en pleno auge del Imperio
Británico y orientalismo victoriano, un magistrado británico en Galle, Ceilán
(hoy Sri Lanka), con el increíble nombre
de Thomas William Rhys Davids, fue encargado de juzgar la legalidad de
algunas controversias eclesiásticas budistas. Se dedicó a aprender pali, una
lengua medo-indo-aria y el idioma litúrgico del budismo theravada, una de las
más antiguas ramas del budismo. En 1881, utilizó "mindfulness" - un sinónimo de "atención" desde 1530 -como traducción aproximada del concepto
budista de “sati”.
La traducción fue inexacta. “Sati”, que los budistas consideran el
primero de los siete factores de la iluminación, significa, más acertadamente
“la memoria del presente”, algo que no tiene ni rastro en el inglés tenso y
preocupado. El término “Mindfulness”
quedó vinculado erróneamente -y de forma sutil se echó la culpa de ello
al pali- a la preocupación victoriana e incluso a la obediencia (¡¡¡Cuida tus
modales!!!).
Sin embargo, “Mindfulness” se
convirtió finalmente, cien años más tarde, en una marca americana, en la época
del ‘ser-aquí-ahora’, cuando las exploraciones de Oriente de los años 60
confluyeron con las técnicas de auto-ayuda. En la década de 1970, Jon Kabat-Zinn, un biólogo molecular
en Nueva Inglaterra y un meditador desde hace mucho tiempo en la tradición
budista zen, vio en la palabra de Rhys Davids una oportunidad para limpiar la
meditación de sus orígenes religiosos. Kabat-Zinn creía que muchas de las
personas seculares que podrían obtener mayor beneficio de la meditación no lo
estaban haciendo debido a los aromas
a reencarnación y a esoterismo religioso que emanaba de ella. Así que ideó una
definición nueva y agradable de la "atención plena", que ahora ya no
se refiere a la iluminación: "La conciencia que surge cuando se presta
atención intencional al momento presente, sin juzgar"
Al amparo de esta palabra inocua, la
meditación budista abría un camino hacia una audiencia secular interesada por
el crecimiento personal y las estrategias de éxito. La idea de que la gente
pueda superar deficiencias psicológicas y fisiológicas con pensamientos
reconfortantes, autoinducidos ya se había llamado por otros nombres:
pensamiento positivo, movimiento de recuperación, auto-ayuda. En su mordaz
crítica de 1992 a esta idea: "Estoy disfuncional. Estás
disfuncional," Wendy Kaminer podría haber estado describiendo la difusión
de la atención plena como una especie de método taquigráfico para la
mejora, cuando hablaba acerca de
cómo escribir un libro de auto-ayuda : "Un conjunto de lugares comunes
sobre el pensamiento positivo, la oración o la terapia de afirmación como
seguras, como técnicas científicas”.
En los años que siguieron,
Kabat-Zinn público una serie de libros sobre la atención que, efectivamente,
aparecieron como autoayuda erudita, sobre todo, en 1994, "Dondequiera que
vayas, ahí estás: Meditación de Atención Plena en la vida cotidiana."
Libros actuales de Kabat -Zinn y decenas de otros con la palabra
"Meditación” proponen la atención plena como fármaco para una heterogénea
cantidad de enfermedades modernas. Volúmenes recientes en el mismo género
incluyen títulos como "Trabajo Consciente", "El Camino
consciente a través de la depresión", "Parto consciente”,
"Movimientos conscientes", "El Niño Consciente", "El
adolescente Consciente", "La comida consciente"
y "El camino consciente a través de estrés". En estos libros,
mindfulness ha llegado a comprender una vertiginosa gama de significados para
las audiencias populares. Es un marco íntimamente atento de la mente. Es un
marco relajado de la mente alerta. Es ecuanimidad. Es una forma de meditación
budista rigurosa llamada vipassana
("insight o darse cuenta"),
o una forma de otro tipo de meditación budista conocido como anapanasati ("conciencia de la
respiración"). Es MBSR (reducción del estrés basado en la atención plena).
Es detenerse a oler las rosas sólo un poco. Y por último, es una tendencia, un
estilo de vida, un movimiento social y, -como publicó en portada la revista
Time el año pasado-, una revolución.
Si se trata de una revolución, no es
una revolución popular. Aunque los maestros mindfulness enseñan regularmente la
práctica en grupos privados en los Estados Unidos y en otros países, lo que
hace poderoso al mindfulness en sí mismo, es la exigencia de una delicada idea
de promesas concretas de una vida más larga y una mayor productividad. En
enero, durante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, Kabat-Zinn dirigió
a ejecutivos y "1 percenters"[3]
una meditación de atención plena con la
intención de promover el bienestar general. Muchos trajeados pasaron tiempo lejos de
los paneles del bitcoin y de la ciberseguridad para respirar juntos y asistir a una sesión llamada: The Human Brain: Mindfulness
Deconstructing, (El cerebro humano, deconstruyendo el Mindfulness) dirigido por
Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental .
"Hay un programa de
entrenamiento de la atención que es muy lógico y muy tranquilo, quieto, y hemos
comenzado el proceso con este equipo", anunció Phil Jackson[4],
el presidente de los Knicks de Nueva York, el año pasado. Cuando a Amar'e
Stoudemire, un pívot importante del equipo, se le preguntó si pensaba que el
entrenamiento en mindfulness le ayudaría, respondió: "Ayudará, sin duda.
Simplemente te mantiene enfocado en la tarea que tienes entre manos. Te mantiene
en sintonía".
Mindfulness como "mantenerse en
sintonía" suena bonito. Sin embargo, es “el estar enfocado en la tarea
presente” lo que atrae a los
directivos, como Jackson, que son conscientes de los objetivos de rendimiento.
¿Podría la atención en el lugar de trabajo - en el cubículo o en la cancha- ser
sólo otra manera de mantener a los empleados sin distracciones y de que
trabajen más duro más que un sistema de recompensas etéreas? En este contexto
de mejora del rendimiento, "atención plena" parece peligrosamente
cercano a otras canciones del mismo libro de juegos repleto de afirmaciones cursis tales como ‘niños
interiores’ y ‘tableros de la visión’.
Tal vez la palabra "atención
plena" es como el Emblema Prius[5],
una insignia de la iluminación, del consumismo autosatisfecho, del éxito y del logro. Si es así, no
practicar la atención plena -tomar pastillas o siestas para la ansiedad, por
ejemplo, o ir a la iglesia o a cócteles- te hace parecer una especie de
retrógrado o alguien carente de clase. Lo mismo que conducir un Hummer.
Como es habitual con las palabras de
moda e ideológicamente cargadas, ésta también ha llegado a informar de las
prescripciones más nobles para criar a los hijos. Evidentemente, ya no sólo
cabe esperar que vigilen sus modales. Lo
que se espera en cambio es educar sus estados emocionales.
Recientemente, Hanna Rosin, en Slate, argumentó que la crianza consciente
podría ser un caballo de Troya: Aunque la madre consciente afirma estar abierta
de mente a todas las acciones
y a la comunicación con su hijo, en verdad termina por aceptar solo el lado hippie
del niño, el lado pacifista -su parte preferida.
En el ejemplo de Rosin, una madre
supuestamente consciente de la capacidad de su hijo para la violencia y que no
obstante no se queda tranquila
hasta que da una explicación comprensiva, pacífica de esa tendencia -que
él estaba herido y que reaccionó de forma exagerada. "Yo estaba loco y él
tenía que venir", que podría ser la propia explicación del propio muchacho, no funciona.
"Atención consciente" de la madre, en lugar de representar la
libertad de juicio, es una manipulación.
Es profundamente tentador tachar
como hipócrita cualquier palabra común relacionada con Davos, con la NBA y con
el complejo de culpa en la maternidad. ¿Qué podría ser lo próximo? Poner un
halo de neurociencia alrededor de
un sinónimo para ambas partes, los
superiores ("productividad") y los empleados ("relajación")
-para asegurar una fuerza de trabajo más dócil y un C-suite[6] más próspero-
también parece retorcido. Una palabra, aunque sea brillante, curiosamente
oriental y reforzada por la ciencia, no puede arreglar la condición humana. Y
eso es lo que el mindfulness comercial puede haber perdido con respecto a los
principios budistas más rigurosos a los que ha querido reemplazar: la
implicación que del sufrimiento no se puede escapar, sino que debe ser
enfrentado. De ese cambio en el sentido -en la occidentalización de sati- debemos ser especialmente
conscientes.
Traducción al español de Jesús David
Zarza, revisada por Dokushô Villalba.
[1] Cadena de Supermercados Naturista.
http://www.wholefoodsmarket.com/
[2] Revista sobre mindfulness http://www.mindful.org/mindful-magazine los editores respondieron a este artículo en http://www.mindful.org/mindful-voices/editors%E2%80%99-blog/mindful-responds-to-new-york-times-the-muddied-meaning-of-mindfulness
[3] 1 percenters. Se denomina así en USA al 1% de
personas que poseen el mayor porcentaje
de riqueza del país (en 2014 poseían el 47%). En España existe un
fenómeno similar, pero desconozco si tienen un nombre concreto.
[4] Phill Jackson fue jugador de la NBA y ganó dos
títulos. como entrenador, ha ganado once títulos. ha sido entrenados de Chicago
Bulls y de L.A Lakers. Su apodo es “Master Zen”.
[5] Un coche de Toyota
[6] C-suite: en las empresas norteamericanas los
10 principales puestos de trabajo dentro de ellas empieza por la letra C de
chief . Por ejemplo, el Consejero Delegado en España es un Chief Executive
Office or CEO en USA.
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