LA
CONSTRUCCIÓN DE LA ATENCIÓN PLENA
Segunda parte
por Andrew
Olendzki (*)
Con estos datos sobre la mesa podemos ahora volver
atrás y observar qué patrón surge del análisis de la experiencia. Sea cual sea
el número de combinaciones de factores mentales esbozado por este modelo,
parece útil hacer uso de las seis agrupaciones indicadas más arriba y postular
que pueden ser identificadas cinco niveles o capas de experiencia (si fusionamos
los insalubres en un solo grupo). Cada uno de éstos representa un tipo general
de funcionamiento mental cuyos detalles particulares pueden ser infinitamente
variables. Cada momento de conciencia va a surgir en correspondencia con uno u
otro de los seis pares de órganos y objetos (ojos y formas, oídos y sonidos,
etc) y entonces cada uno será amplificado adicionalmente por alguna combinación
de factores mentales que sigue alguno de esos agrupamientos. Dependiendo de qué
factores mentales aparezcan en conjunción con la conciencia, la percepción
[awareness] del objeto será dirigida, moldeada y en cualquier caso
caracterizada a cada momento por la combinación particular de factores
mentales.
Primer nivel
En su configuración más básica, la mente tiene suficiente
sostén por los siete factores mentales universales como para ser capaz de
conocer cualquier objeto (utilizando el contacto,
atención y vitalidad mental) manteniendo la atención establemente sobre él
(con la volición y unidireccionalidad) y
comprendiendo sus características (percepción)
y texturas (sentimiento) suficientemente
como para dar coherencia a la experiencia. Mientras uno no esté muerto, en coma
o en sueño profundo, la mente está operando al menos a este nivel en todo
momento. Así incluso mientras soñamos despiertos, hacemos varias cosas a la vez
o si pensamos de una forma totalmente desestructurada, estos factores siempre
cooperan para ayudar a guiar y dar soporte a la conciencia mientras conoce un
objeto por medio de un órgano. En cada momento este proceso aparece y
desaparece y aparece de nuevo, con los siete factores funcionando conjuntamente
para construir un significado alrededor del torrente entrante de estímulos.
Según los momentos se enlazan en un flujo de conciencia, puede parecer que estamos
deliberadamente eligiendo cambiar la atención de un objeto a otro y de ese modo
dirigiendo la atención, pero de hecho la mayoría del tiempo lo que sigue en la
serie está condicionado por causas que caen completamente fuera de la atención
consciente. En cualquier sucesión de asociaciones libres, por ejemplo, una
imagen puede sugerir otra de forma condicionada habitualmente, y podemos hacer
todo tipo de acciones y comportamientos de los cuales no nos damos cuenta en
absoluto. Paradójicamente, incluso aunque la conciencia está siempre presente,
podemos ser completamente inconscientes de que así es.
Segundo nivel
En un segundo nivel de experiencia, construida a
partir de la base de la primera, las funciones que identificamos con el darse
cuenta consciente empiezan a entrar en juego. Cuando la mente es enfocada
deliberadamente sobre un objeto en particular (utilizando pensamiento aplicado) más que dejarle que vaya allí ‘por su
cuenta’, o la mantenemos deliberadamente sobre un objeto (utilizando el pensamiento sostenido) incluso cuando
podemos tener la tentación de dejar vagar la mente, estamos imponiendo algo de
control en el proceso y éste ya no está completamente sujeto a fuerzas
inconscientes. Se añaden los factores decisión,
energía, alegría e impulso para actuar, la sensación de implicación
consciente se amplifica. Es a este nivel de funcionamiento mental que el entrenamiento
mental tiene lugar, y la concentración aumentada que viene de aplicar esa
atención mantenida de formas concretas es útil para adquirir todo tipo de
habilidades, tanto saludables como insalubres. La mayoría de la meditación
entrena a este nivel de la mente, especialmente para neófitos en la práctica.
En vez de permitir que la mente vagabundee donde quiera, uno intenta traer y
después mantener la atención en las sensaciones físicas asociadas con la
respiración, por ejemplo, o sobre una frase de compasión amorosa. O uno puede
permitir que la mente oscile libremente entre varios objetos determinados, pero
intentando tener un darse cuenta ampliado prestando atención con más energía
para seguir su sucesión de manifestaciones. Como exige esfuerzo dirigir la
mente de modo concreto, este tipo de entrenamiento mental puede parecer muy
intenso gran parte del tiempo.
Tercer y cuarto nivel
El tercer y cuarto nivel de funcionamiento mental se
ve mejor como dos aspectos del mismo proceso, en tanto que ambos tienen que ver
con la aparición y desaparición de estados insalubres. Tanto si se manifiesta
como pura confusión, algo que ocurre cuando uno es deslumbrado o aturdido, o si
incluye un impulso primario como la avidez o el rechazo, los estados insalubres
de la mente están funcionando en la práctica budista de forma similar. Cuando
son intensos somos arrebatados por su impulso y actuamos bajo emociones de
forma que es dañina para nosotros y para los demás. Gran parte del tiempo no
somos ni siquiera conscientes de que estamos bajo su influjo, en cuyo caso los
factores universales están apareciendo conjuntamente con los factores
insalubres sin la participación de los factores ocasionales. Otras veces los
factores ocasionales están presentes y actuamos de manera perjudicial incluso
cuando sabemos que es así. Uno de los efectos de los tres venenos en esos
estados es que realmente no nos importa que podamos estar actuando de forma
dañina y podemos incluso estar atrapados por el poder y la gratificación de
dicha emoción. E incluso en otras ocasiones podemos ser conscientes de los
estados insalubres utilizando el pensamiento aplicado y sostenido, pero en ese
momento al servicio de los estados insalubres, arrebatados por la confusión.
Uno puede entonces ser consciente de la aversión, por ejemplo, pero esa
consciencia no será transformativa y solo servirá para perpetuar la aversión.
Quinto nivel
Es en el siguiente nivel que el poder transformador
de la atención plena es relevante para la experiencia. Como se dijo antes, la
atención plena y sus factores asociados moldean el darse cuenta de un objeto de
formas muy diferentes de la mera atención. La atención plena no es simplemente
atención agudizada, sino atención que se ha vuelto segura, benevolente,
equilibrada y fundamentalmente saludable. Como tal no se fundamenta solo en los
siete factores universales, como hacen todos los estados mentales, sino que
también se construye sobre factores ocasionales. La atención básica (incluída
entre los universales) es aumentada por la atención consciente deliberada
(traída por los ocasionales) y es entonces refinada y mejorada por la atención
plena, que siempre es un universal saludable. Por ejemplo, uno respira todo el
tiempo y puede o no percatarse de este hecho debido a toda una serie de
condiciones. Cuando nos distraemos por algo que nos hace perder el contacto con
nuestra respiración; cuando somos incapaces de respirar o cuando nos falta el
aliento atendemos naturalmente a la respiración; pero en estos casos nuestra
atención ‘se tambalea’ sobre la respiración como por casualidad (aunque de
acuerdo al pensamiento budista siempre hay una causa para que la atención vaya
adonde va, lo sepamos o no) Con el entrenamiento meditativo, uno puede
deliberadamente dirigir la atención a la respiración, pero la calidad de esta
atención puede seguir siendo ordinaria, especialmente cuando se enfoca y
desenfoca mientras la mente vagabundea por todo el campo de experiencia. Dicha
atención dirigida puede también estar presente en estado mentales insalubres,
como cuando uno respira intensamente en un ataque de rabia o en el acto de
cometer un crimen terrible. Pero cuando la forma saludable de la atención se
manifiesta, la llamada atención plena, la respiración es vista bajo una luz
diferente, es mantenida con otro matiz, es reconocida con una cualidad distinta
de la mente. Ahora el tono emocional, la postura intencional, la actitud con la
que uno contempla el objeto está arraigada en la no-avidez, no-aversión y
no–confusión, lo que funcionalmente excluye de la mente a sus opuestos, los
tres venenos. E incluso aunque el objeto de atención sea algo tan ordinario
como la sensación de respirar, el momento es profundamente transformador.
Cambiando de la respiración a algo más difícil, en el caso de que alguien que
esté enfadado puede poner la atención sobre el enfado, y entonces poner
atención plena sobre el enfado, es cuando el enfado se ha vuelto un objeto
mental, un eco de los precedentes momentos mentales, y ya no funciona como una
actitud dirigiendo a la mente. Uno no puede estar enfadado y presente al mismo
tiempo, así que en el momento en el que aparece verdadera atención plena el
enfado se desvanece y es solo una estampa de aquel enfado lo que sirve de
objeto a la conciencia. Si la atención saludable puede ser sostenida momento a
momento, todo el flujo de conciencia se purifica de sus toxinas que aparecen
naturalmente y las disposiciones saludables se refuerzan mientras que sus
contrapartidas insalubres se atrofian. La atención plena sobre los estados insalubres
es transformativa precisamente porque la cualidad insalubre de la atención ha
sido sustituida por una actitud saludable.
El agrupamiento final a considerar son los factores
saludables ocasionales, lo que surgen sobre la base de los universales saludables.
Aquí nos encontramos con la sabiduría, que de acuerdo a este modelo no surge
automáticamente con la atención plena. Es posible, en otras palabras,
experimentar la purificación del flujo mental a través de la meditación con
atención plena sin comprender
necesariamente con sabiduría la naturaleza de la experiencia. La
práctica de la atención plena madura en meditación penetrante [insight
meditation] cuando uno ve directamente cosas tales como la impermanencia, el
sufrimiento y el altruismo en la aparición y desaparición de los objetos de la
conciencia. Una vez más, no importa cuál sea el objeto; es la forma de
comprender el objeto lo que es importante. La sabiduría en este modelo es en sí
impermanente y tenue como cualquier otro elemento de la mente y el cuerpo.
Aparece bajo determinadas condiciones, y no puede ser mantenido si dichas
condiciones cambian incluso ligeramente. Uno tiende a experimentar la sabiduría
en pequeños destellos, pero de ese modo uno puede repetirlos más a menudo según
aumenta su práctica.
(continúa)
(*) Andrew
Olendzki, académico budista, profesor y escritor
Este artículo fue publicado originalmente en Contemporary
Buddhism, Vol. 12, No. 1, Mayo 2011
Traducción al castellano de Hugo Villar, revisada por
Dokushó Villalba
REFERENCIAS
BODHI,
BHIKKHU. 1993. A comprehensive manual of Abhidhamma. Pariyatti. Seattle.
DUNNE, J.
2011. Toward an understanding of non-dual mindfulness. Contemporary Buddhism
12: 71-88.
OLENDZKI,
A. 2010. Unlimiting mind: The radically experiential psychology of Buddhism.
Bston, MA: Wisdom.
PRUDEN, L.
1991. Abhidharmakośabhāsyam. Traducción al inglés de Louis de la Vallée Pussin.
Berkeley, CA: Asian Humanities Press.
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