La creciente popularidad del movimiento mindfulness lo ha convertido en una
industria lucrativa. Los asesores en consultorías de negocios promueven el
entrenamiento mindfulness asegurando
que mejora la eficiencia en el trabajo, reduce el absentismo y desarrolla las
"habilidades blandas", que son cruciales para el éxito profesional.
Algunos incluso afirman que el entrenamiento en mindfulness puede actuar como una "tecnología disruptiva",
reformando las empresas más disfuncionales en organizaciones más amables, más
compasivos y sostenibles. Hasta ahora, sin embargo, no hay estudios empíricos
publicados que respalden estas afirmaciones.
En sus esfuerzos por proteger la marca, los
defensores del entrenamiento mindfulness
anuncian sus programas como “inspirados en el Budismo”. Da un cierto cachet y una
actitud hipness el decir a los neófitos
que el mindfulness es un legado del
budismo" - una tradición
famosa por su antigüedad y cuyos métodos de meditación han sido probados
durante mucho tiempo. Pero, a veces, en la misma frase, los consultores
aseguran a menudo a sus patrocinadores corporativos que su marca particular de mindfulness ha renunciado a sus orígenes
budistas.
El desacoplamiento del mindfulness de su contexto ético y religioso budista es comprensible cuando lo que se quiere
hacer es convertir tal práctica en un producto viable en el mercado global.
Pero la prisa por secularizar y mercantilizar el mindfulness en una técnica comercial está lamentablemente
desnaturalizando esta antigua práctica, que fue diseñado para mucho más que para
aliviar un dolor de cabeza, reducir la presión arterial, o ayudar a los
ejecutivos a estar mejor centrados y ser más productivos.
Ron Purser
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