por B. Alan Wallace (*)
[…] En las tradiciones mahayana de la
India y del Tíbet, la atención plena [en inglés, “mindfulness”] se define como la
facultad mental de mantener la atención en un objeto conocido, sin
distracciones ni olvidos. Como la atención plena impide que la atención se
aleje del objeto elegido, actúa como base para la atención centrada en un solo
punto, conocida como samadhi.28 Asanga definió la atención
plena como “la facultad de la mente de no olvidarse de un objeto conocido, que
tiene la función de evitar la distracción”.29 Del mismo modo, su
hermano Vasubandhu la definió como la capacidad para no alejarse del objeto
mental.30
En los últimos años, un número creciente de
psicólogos ha dirigido una investigación sobre la atención plena y su
importancia en la reducción del estrés y la depresión y en el alivio de otros
problemas mentales y físicos. Pero la han descrito de maneras muy distintas a
como lo hemos hecho nosotros. Según un informe psicológico sobre el tema, la
atención plena “es una forma de conocimiento no elaborativo, no valorativo, una
conciencia centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o
sensación que aflora en el campo de la atención es reconocido y aceptado tal
como es”.31 Los autores de este documento proponen un modelo de
atención plena de dos componentes:
-
el primero implica la autorregulación de la atención de forma que pueda
ser mantenida sobre la experiencia inmediata,
-
y el segundo implica una orientación que se caracteriza por la
curiosidad, la apertura y la aceptación.
Los estudios psicológicos modernos sobre la
atención plena, que se basan explícitamente en las descripciones de la misma
proporcionadas por la tradición vipassana (discernimiento contemplativo)
del budismo theravada, difieren significativamente de la versión budista
indotibetana.
La aproximación vipassana moderna
considera que la atención plena es una “conciencia simple”, no discriminativa,
centrada en la inmediatez; sin embargo, la tradición indotibetana la describe
como una forma de llevar el objeto de atención a la mente, una mente en la que
se manifiesta un estado de no olvido, no distracción y no dispersión.32
El estudioso y profesor Bhante Gunaratana
ofrece una descripción clara de la idea vipassana
de la atención plena en su libro Mindfulness in Plain English. Ahí la
describe como un conocimiento no conceptual, o “atención simple” que no juzga
ni categoriza las experiencias.
“La atención plena —dice— es la conciencia
del momento presente […]. Se instala para siempre en el presente […]. Si usted
se acuerda de su profesor de segundo curso, eso es un recuerdo. Cuando se da
cuenta de que se está acordando de su profesor de segundo curso, eso es
atención plena.”33
Aunque la descripción de Gunaratana es
representativa de toda la tradición vipassana, se aparta
sorprendentemente de la propia descripción de la atención plena, o sati,
de Buda:
“¿Qué es, oh monjes, la facultad de la sati? El discípulo noble, oh
monjes, tiene sati, ha sido dotado de la sati perfecta y el
intelecto, es alguien que recuerda, que rememora lo que se hizo y se dijo hace
mucho tiempo”.34
En contraste con la insistencia de la
tradición vipassana en la que la atención plena permanece siempre en el
presente, Buda afirma que recuerda acontecimientos del pasado. De hecho, es de
sobra conocido que el término pali sati tiene como primera acepción
“rememoración” o “memoria”, que es una facultad intelectual que nos permite
rememorar acontecimientos del pasado. Además de su connotación de “memoria
retrospectiva”, sati también se refiere a la “memoria prospectiva” que
nos permite recordar que tenemos que hacer cosas en el presente y en el futuro,
y esto requiere que la mente se comprometa con estos conceptos.
El Milindapanha es posiblemente el
primer intento de la literatura budista de describir por completo qué es la sati.
El monje Nagasena, preguntado por el rey Milinda acerca de las características
de sati, contestó que ésta se caracterizaba tanto por “traer a la mente”
como por “mantener en la mente”. Veamos la explicación completa:
Cuando sati aflora, trae a la mente tendencias sanas e insanas,
con carencias y sin ellas, inferiores y refinadas, oscuras y puras, junto con
sus opuestos […]. Sati, cuando aflora, sigue el curso de las tendencias
benéficas y las perniciosas: unas son benéficas, otras son perniciosas; unas
son útiles, otras son inútiles.35
Así, más que reprimirse de etiquetar o
categorizar las experiencias de forma no valorativa, en los textos más antiguos
y más autorizados se dice que sati distingue entre tendencias sanas e
insanas, entre beneficiosas y perjudiciales. El contraste entre los textos
modernos y los antiguos es sorprendente.
Buddhaghosa, el comentador más autorizado de
la tradición theravada, escribió con su habitual meticulosidad:
La característica [de sati] es no flotar; su propiedad es no
perderse; su manifestación es la vigilancia o el estado de enfrentarse cara a
cara con el objeto; se basa en la intensa constatación o la estricta aplicación
de la atención plena al cuerpo y lo demás. Debería ser imaginada como un poste,
pues está establecida en el objeto, y como un guardián de la entrada, pues
vigila la puerta de la visión y otras.36
La práctica y la descripción modernas de la
atención plena son realmente valiosas, como cientos de personas han descubierto
por sí mismas a través de su propia experiencia, pero esto no tiene nada que
ver con el hecho de que la interpretación moderna se aparte significativamente
de la idea de sati que da el propio Buda, y de las descripciones de los
comentaristas más autorizados de las tradiciones theravada y mahayana
de la India.
La atención plena se cultiva en la
práctica shamatha y se aplica en la práctica del discernimiento
contemplativo (vipassana en pali; vipashyana en sánscrito). Este
extremo está claramente reflejado en la más fundamental de todas las
exposiciones de Buda sobre la práctica del discernimiento contemplativo, a
saber, en su discurso sobre las cuatro aplicaciones de la atención plena.37
En esta matriz de prácticas contemplativas, la atención plena que discierne se
dirige al cuerpo, las sensaciones, los estados y procesos mentales, y a los
fenómenos en general. Aquí Buda ofrece una guía basada en una detallada
investigación sobre el origen, la presencia, la eficacia causal y la disolución
de cada uno de estos estados de experiencia. Todo ello constituye una rigurosa
ciencia de la mente contemplativa y de su relación con el cuerpo y el entorno,
de modo que esta disciplina va mucho más allá de la atención simple, como queda
diáfanamente claro en el comentario autorizado de Buddhagosha sobre el tema.38
Del libro The Attention Revolution, traducido al español con el título “El Poder de la Meditación”, de B. Alan Wallace.
Notas:
28 Geshe Rabten, The Mind and Its Functions, pag. 62.
29 B. Alan Wallace, Balancing the Mind, pág. 157.
30 Vasubandhu, Abhidharmakosha, 34.
31 Scott R. Bishop y otros, “Mindfulness: A Proponed Operacional Definition”,
en Clinical Physhology: Science and Practice, 11, 3, otoño de 2004, pág 232.
32 Collett Cox, “Mindfulness and Memory: The Scope of Smriti
from Early Buddhism to the Sarvâstivâdin Abhidharma”, en The Mirror of
Memory: Reflections on Mindfulness and Remembrance in Indian and Tibetan
Buddhism, ed. A cargo de Janet Gyatso, Albany, State University of New
York, 1992, págs. 67-107.
33 Henepola Gunaratana, Mindfulness in Plain English, Boston, Wisdom
Publications, 1991, pág. 152.
34 Samyutta Nikaya, V, 197-198.
35 Milindapañha 37-38; véase R. M. L. Gethin, The Buddhist Path to Awakening, Oxford,
Oneworld Publications, 2001, págs. 36-44.
36 Buddhaghosa, The Path of Purification, XIV, 141.
37 Satipatthâna Sutta.
38 Soma Thera, The Way of Mindfulness: The Satipatthâna Sutta and
Commentary, Kandy (Sri Lanka), Buddhist Publication Society, 1975.
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