viernes, 4 de abril de 2014

El poder de la meditación

por B. Alan Wallace (*)

[…] En las tradiciones mahayana de la India y del Tíbet, la atención plena [en inglés, “mindfulness”] se define como la facultad mental de mantener la atención en un objeto conocido, sin distracciones ni olvidos. Como la atención plena impide que la atención se aleje del objeto elegido, actúa como base para la atención centrada en un solo punto, conocida como samadhi.28 Asanga definió la atención plena como “la facultad de la mente de no olvidarse de un objeto conocido, que tiene la función de evitar la distracción”.29 Del mismo modo, su hermano Vasubandhu la definió como la capacidad para no alejarse del objeto mental.30

En los últimos años, un número creciente de psicólogos ha dirigido una investigación sobre la atención plena y su importancia en la reducción del estrés y la depresión y en el alivio de otros problemas mentales y físicos. Pero la han descrito de maneras muy distintas a como lo hemos hecho nosotros. Según un informe psicológico sobre el tema, la atención plena “es una forma de conocimiento no elaborativo, no valorativo, una conciencia centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aflora en el campo de la atención es reconocido y aceptado tal como es”.31 Los autores de este documento proponen un modelo de atención plena de dos componentes:

-       el primero implica la autorregulación de la atención de forma que pueda ser mantenida sobre la experiencia inmediata,
-       y el segundo implica una orientación que se caracteriza por la curiosidad, la apertura y la aceptación.

Los estudios psicológicos modernos sobre la atención plena, que se basan explícitamente en las descripciones de la misma proporcionadas por la tradición vipassana (discernimiento contemplativo) del budismo theravada, difieren significativamente de la versión budista indotibetana.

La aproximación vipassana moderna considera que la atención plena es una “conciencia simple”, no discriminativa, centrada en la inmediatez; sin embargo, la tradición indotibetana la describe como una forma de llevar el objeto de atención a la mente, una mente en la que se manifiesta un estado de no olvido, no distracción y no dispersión.32

El estudioso y profesor Bhante Gunaratana ofrece una descripción clara de la idea vipassana de la atención plena en su libro Mindfulness in Plain English. Ahí la describe como un conocimiento no conceptual, o “atención simple” que no juzga ni categoriza las experiencias.

“La atención plena —dice— es la conciencia del momento presente […]. Se instala para siempre en el presente […]. Si usted se acuerda de su profesor de segundo curso, eso es un recuerdo. Cuando se da cuenta de que se está acordando de su profesor de segundo curso, eso es atención plena.”33

Aunque la descripción de Gunaratana es representativa de toda la tradición vipassana, se aparta sorprendentemente de la propia descripción de la atención plena, o sati, de Buda:

“¿Qué es, oh monjes, la facultad de  la sati? El discípulo noble, oh monjes, tiene sati, ha sido dotado de la sati perfecta y el intelecto, es alguien que recuerda, que rememora lo que se hizo y se dijo hace mucho tiempo”.34

En contraste con la insistencia de la tradición vipassana en la que la atención plena permanece siempre en el presente, Buda afirma que recuerda acontecimientos del pasado. De hecho, es de sobra conocido que el término pali sati tiene como primera acepción “rememoración” o “memoria”, que es una facultad intelectual que nos permite rememorar acontecimientos del pasado. Además de su connotación de “memoria retrospectiva”, sati también se refiere a la “memoria prospectiva” que nos permite recordar que tenemos que hacer cosas en el presente y en el futuro, y esto requiere que la mente se comprometa con estos conceptos.

El Milindapanha es posiblemente el primer intento de la literatura budista de describir por completo qué es la sati. El monje Nagasena, preguntado por el rey Milinda acerca de las características de sati, contestó que ésta se caracterizaba tanto por “traer a la mente” como por “mantener en la mente”. Veamos la explicación completa:
Cuando sati aflora, trae a la mente tendencias sanas e insanas, con carencias y sin ellas, inferiores y refinadas, oscuras y puras, junto con sus opuestos […]. Sati, cuando aflora, sigue el curso de las tendencias benéficas y las perniciosas: unas son benéficas, otras son perniciosas; unas son útiles, otras son inútiles.35
Así, más que reprimirse de etiquetar o categorizar las experiencias de forma no valorativa, en los textos más antiguos y más autorizados se dice que sati distingue entre tendencias sanas e insanas, entre beneficiosas y perjudiciales. El contraste entre los textos modernos y los antiguos es sorprendente.

Buddhaghosa, el comentador más autorizado de la tradición theravada, escribió con su habitual meticulosidad:
La característica [de sati] es no flotar; su propiedad es no perderse; su manifestación es la vigilancia o el estado de enfrentarse cara a cara con el objeto; se basa en la intensa constatación o la estricta aplicación de la atención plena al cuerpo y lo demás. Debería ser imaginada como un poste, pues está establecida en el objeto, y como un guardián de la entrada, pues vigila la puerta de la visión y otras.36
La práctica y la descripción modernas de la atención plena son realmente valiosas, como cientos de personas han descubierto por sí mismas a través de su propia experiencia, pero esto no tiene nada que ver con el hecho de que la interpretación moderna se aparte significativamente de la idea de sati que da el propio Buda, y de las descripciones de los comentaristas más autorizados de las tradiciones theravada y mahayana de la India.

La atención plena se cultiva en la práctica shamatha y se aplica en la práctica del discernimiento contemplativo (vipassana en pali; vipashyana en sánscrito). Este extremo está claramente reflejado en la más fundamental de todas las exposiciones de Buda sobre la práctica del discernimiento contemplativo, a saber, en su discurso sobre las cuatro aplicaciones de la atención plena.37 En esta matriz de prácticas contemplativas, la atención plena que discierne se dirige al cuerpo, las sensaciones, los estados y procesos mentales, y a los fenómenos en general. Aquí Buda ofrece una guía basada en una detallada investigación sobre el origen, la presencia, la eficacia causal y la disolución de cada uno de estos estados de experiencia. Todo ello constituye una rigurosa ciencia de la mente contemplativa y de su relación con el cuerpo y el entorno, de modo que esta disciplina va mucho más allá de la atención simple, como queda diáfanamente claro en el comentario autorizado de Buddhagosha sobre el tema.38

Del libro The Attention Revolution, traducido al español con el título “El Poder de la Meditación”, de B. Alan Wallace.

Notas:

28 Geshe Rabten, The Mind and Its Functions, pag. 62.
29 B. Alan Wallace, Balancing the Mind, pág. 157.
30 Vasubandhu, Abhidharmakosha, 34.
31 Scott R. Bishop y otros, “Mindfulness: A Proponed Operacional Definition”, en Clinical Physhology: Science and Practice, 11, 3, otoño de 2004, pág 232.
32 Collett Cox, “Mindfulness and Memory: The Scope of Smriti from Early Buddhism to the Sarvâstivâdin Abhidharma”, en The Mirror of Memory: Reflections on Mindfulness and Remembrance in Indian and Tibetan Buddhism, ed. A cargo de Janet Gyatso, Albany, State University of New York, 1992, págs. 67-107.
33 Henepola Gunaratana, Mindfulness in Plain English, Boston, Wisdom Publications, 1991, pág. 152.
34 Samyutta Nikaya, V, 197-198.
35 Milindapañha 37-38; véase R. M. L. Gethin, The Buddhist Path to Awakening, Oxford, Oneworld Publications, 2001, págs. 36-44.
36 Buddhaghosa, The Path of Purification, XIV, 141.
37 Satipatthâna Sutta.
38 Soma Thera, The Way of Mindfulness: The Satipatthâna Sutta and Commentary, Kandy (Sri Lanka), Buddhist Publication Society, 1975.

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