El mindfulness corporativo es basura.
Seas Zen o no Zen, estás trabajando más y cobrando menos.
Mindfulness se ha convertido
en una palabra de moda. La portada de la revista Time[1]
con una mujer rubia, joven, pacíficamente feliz, ancla el reportaje titulado
"Revolución Consciente[2]”.
Desde la aprobación pública por
celebridades como Oprah Winfrey y Goldie Hawn, a los monjes, neurocientíficos y
entrenadores de meditación codeándose con los CEOs en el Foro Económico Mundial
en Davos[3],
está claro que la atención plena se ha generalizado.
¿Pero es el auge de la atención
plena en realidad una revolución? Si lo es, ¿qué es lo que ha cambiado o
transformado radicalmente para alcanzar tan gran status?
Wall Street y las grandes empresas
siguen haciendo negocios como suelen, los
“intereses especiales” y la corrupción política siguen sin cambiar, las
escuelas públicas siguen sufriendo los recortes financieros y el abandono
masivo, la concentración de la riqueza y la desigualdad ha alcanzado niveles
récord, la encarcelación en masa y hacinamiento en las cárceles se ha
convertido en la nueva plaga social, la policía dispara indiscriminadamente a
los negros y la demonización de los pobres sigue siendo un lugar común, el
imperialismo militarista de Estados Unidos continúa propagándose, y los
desastres inminentes del calentamiento global ya están alcanzando sus mayores
cuotas.
Consideremos sólo el sector
empresarial: con más de 300 mil[4]
millones de dólares en pérdidas debidas al absentismo relacionadas con el
estrés, y casi 550 mil[5]
millones de dólares en pérdidas debido a la falta de "compromiso de los
empleados," no es de extrañar por qué se ha subido al carro de la atención
plena. Tales pérdidas en la producción y la eficiencia amenazan la lógica del
lucro. Para que el capitalismo sobreviva, como Nicole Ashoff señala en "Los Nuevos Profetas del Capital[6]",
"la gente debe participar
voluntariamente y reproducir sus estructuras y normas", y en tiempos
de crisis "el capitalismo debe
basarse en ideas culturales que existen fuera de los circuitos de ánimo de
lucro”. "La atención plena es
una de esas nueva idea culturales que
sirven para este propósito”
Sin embargo, aquellos que celebran
el boom del mindfulness han evitado cualquier consideración seria de por qué el
estrés es tan penetrante en las empresas y la sociedad. Según el reportero de
negocios del New York Times David Gelles[7], autor de “El trabajo Consciente": "El estrés no es algo que se nos
impone. Es algo que nosimponemos a nosotros mismos”. El New York Times
publicó recientemente un informe[8]
sobre la cultura de trabajo sociópata y tóxica en Amazon. Citaba a un ex
empleado diciendo que vio a casi todo el mundo con quien trabajó llorando en su
escritorio. ¿Les puede ofrecer
Gelles su consejo seriamente a estos empleados de Amazon, diciéndoles que se
han impuesto el estrés en ellos mismos, que podrían haber optado por no llorar?
Para Gelles, las causas del estrés
se encuentran dentro de nuestras cabezas, de nuestra propia falta de
auto-regulación emocional, de nuestros patrones habituales de pensamiento y si
las imágenes de resonancia magnética funcional están revelando los correlatos
neurales de estrés, entonces seguramente nuestra miseria debe ser auto-creada.
Sólo podemos culparnos a nosotros mismos o a nuestra estupidez. Esto no es
negar que las experiencias de estrés y la miseria se deben en parte a nuestra
reactividad habitual, pero Gelles va demasiado lejos. Su filosofía de culpar a
la víctima resuena en el ethos de la
atención plena corporativa: desplazar la carga y el locus de estrés psicológico
y las inseguridades estructurales al empleado individual; el estrés enmarcado
como un problema personal y, por lo tanto, ofrecer la atención plena como
panacea. El psicólogo crítico
David Smail[9]
se refirió a esta filosofía como "voluntarismo
mágico", porque culpa a los
individuos por su propio estrés, haciendo caso omiso de las condiciones
sociales y económicas que pueden haber contribuido al mismo.
Sin embargo, un estudio reciente de Stanford y Harvard[10]
cuenta una historia diferente. Un meta-análisis de 228 estudios mostraron que
el estrés de los empleados no es auto-impuesto ni se debe a la falta de
atención plena. Al contrario, los principales estresores laborales se asociaron
con la falta de seguro médico, las amenazas de despidos constantes y la
inseguridad laboral, la falta de discreción y autonomía en la toma de
decisiones, largas horas de trabajo, poca justicia organizacional, y
solicitudes de empleo poco realistas. Sin embargo, los programas de atención
plena individualizados prestan
prácticamente ninguna atención a cómo el estrés es compartido por un
conjunto complejo de relaciones de poder que interactúan, las redes de
intereses y las narrativas explicativas. Carl Cederstrom y Andre Spicer
argumentan en "El Síndrome de
bienestar[11]"
que “el movimiento de la atención plena
es un ejemplo de un cambio ideológico, que convierte un enfoque obsesivo en el
bienestar y la felicidad en un imperativo moral. Este "biomoralidad"
insta al individuo a encontrar la responsabilidad a través de las opciones de
“vida correcta”, ya sea a través del ejercicio, la alimentación, o la
meditación, para optimizar el yo”.
A las enseñanzas budistas sobre el
despertar a la realidad de la impermanencia "tal cual es" le han dado
la vuelta en la atención plena
corporativa. En lugar de cultivar el conocimiento de las contingencias de la
realidad actual que causan el sufrimiento y desarrollar así la capacidad de
intervenir en esas condiciones de sufrimiento, la atención plena corporativa no
va más allá de alentar a las personas a manejar el estrés con el fin de
optimizar el rendimiento dentro de las condiciones existentes de precariedad,
lo cual , curiosamente, se presentan como inevitables, incluso a medida que
exigen flexibilidad por parte de los individuos. Como dijo Gelles en su
entrevista para “The Atlantic[12]”:
"Vivimos en una economía
capitalista, y la atención plena no puede cambiar eso." Pero ¿no queda claro lo que Bhikkhu
Bodhi[13],
un monje budista occidental franco, ha advertido: "en ausencia de una fuerte crítica social, las prácticas budistas
fácilmente podría utilizarse para justificar y estabilizar la situación actual,
convirtiéndose en un reforzamiento del capitalismo de consumo?"
Los defensores de la Atención Plena
Corporativa, como Jeremy Hunter[14],
sin embargo, nos aseguran que la atención plena puede actuar como una
"tecnología rompedora[15]",
reformando incluso las empresas más disfuncionales en más amables, en
organizaciones más compasivas y sostenibles. Los profesores (maestros) del mindfulness Corporativo que afirman que
los programas de atención plena individualizados son subversivos, a menudo evocan la metáfora del 'caballo
de Troya[16]'.
Especulan que, con el paso del
tiempo, los líderes, gerentes y empleados formados en la atención plena puede
despertar y realizar grandes transformaciones en las políticas y prácticas
corporativas. A juzgar por su demanda, Goldman Sachs[17], Monsanto[18]
y General Mills[19],
empresas que han publicitado sus programas de atención plena corporativa de
éxito, pronto se convertirán en empresas social y ecológicamente responsables.
Pero no hay evidencia empírica que apoye estas afirmaciones: sigue siendo una
hipótesis especulativa.
En ausencia de evidencia para la
hipótesis del caballo de Troya para la atención corporativa, existe una
hipótesis alternativa: Quietismo Corporativo. Esta hipótesis sugiere que la
oferta de la atención plena a las personas en las empresas será, en el mejor de
los casos, ofrecer alivio de la tensión o crear lo que Kevin Healy ha
calificado de "burbujas de integridad[20]" para
ciertos individuos, mientras que la disfunciones corporativas sistémicas
continúan sin disminuir.
Consideremos, por ejemplo, la
reivindicación de un miembro de la
junta de Goldman Sachs, William George[21]:
"El negocio principal de la atención plena es que si estás más centrado en el
trabajo, te convertirás en un mejor líder." George sugirió que la
práctica de la atención plena podría ayudar a los ejecutivos y al personal "a comportarse de forma menos
agresiva." "Por supuesto", dijo, "la comunidad financiera podría utilizar algo de eso."
¿Qué podemos hacer, entonces, con el
incidente en el que un trabajador de Bank of America Merrill Lynch, pasante, de
21 años de edad, murió de un ataque epiléptico después de trabajar 72 horas
seguidas? A raíz del incidente, Goldman Sachs anunció nuevas normas para
limitar la jornada de trabajo interno en 17 horas. ¿Dónde estaba el liderazgo
consciente antes de la
introducción de las nuevas normas? ¿Estamos presenciando un liderazgo
consciente con la aplicación de jornada de trabajos de 17 horas? ¿Quién o qué
realmente se beneficia de una reducción del estrés y de la agresividad dentro
de la comunidad financiera, que
declara con orgullo su abrazo a la Atención plena? ¿El pasante murió por su
culpa? ¿Fue él mismo quien se impuso ese estrés? ¿Fue su muerte trágica consecuencia
de no poder trabajar conscientemente?
El hecho es que ambas son hipótesis.
Por un lado, la hipótesis de caballo de Troya predice que los programas de
atención plena corporativa alentarán la denuncia de irregularidades, la toma
racional de decisiones, entornos de trabajo más humanos, comportamiento ético,
mayores conductas de ciudadanía organizacional y un cambio de cultura
transformacional que dirija a una mayor responsabilidad social y
ambiental. Y por otro lado, la hipótesis
del quietismo Corporativo que postula que los programas de atención
plena corporativos proporcionarán atisbos privatizados de reducción del estrés
y focalización de la atención, sin aplicación significativa de la atención
colectiva a las condiciones sistémicas del estrés y de la ansiedad.
El jurado aún está deliberando.
Queda abierta la cuestión de si el entrenamiento de los individuos en
mindfulness transformará las empresas y la sociedad, o si simplemente equivale
a la pacificación de los empleados y una forma de nihilismo pasivo. Como señala
Norma Farb: "Si bien la idea de la
atención plena como un caballo de Troya beneficioso puede parecer descabellada,
parece igualmente posible que la atención lleve a los empleados a una espiral
de complacencia y sometimiento”. La pregunta de a dónde puede llevar o no la atención plena es
realmente el meollo de la cuestión. Todas las partes implicadas en la atención
plena deben preguntarse, de forma colectiva, por las fuerzas del altruismo y las de la explotación que
podrían tener un impacto en sus aún no actualizados potenciales, así como
reflexionar sobre los peligros del mindfulness contemporáneo.
Cuando los críticos budistas
socialmente comprometidos planteamos nuestras inquietudes sobre los problemas
sistémicos de la moda de la
atención plena, lo estamos haciendo reconociendo las posibilidades y los
peligros reales de la atención plena, así como los numerosos estudios sobre su
valor terapéutico, más que defendiendo dogmáticamente los enfoques
tradicionales de la atención plena. Sin embargo, en respuesta a estas preocupaciones,
los defensores de la atención plena secular exigen repetidamente poner en duda
nuestras inquietudes, dejando de lado el tema en cuestión.
Para poner esto de relieve
reproducimos algunas citas destacadas (la cursiva es nuestra) de comentaristas
distinguidos:
"Los líderes
influenciados por la atención plena pueden
encontrar innovaciones para resolver problemas reales y ayudar a crear una
mejor vida. Quién sabe lo que un
líder podría hacer para mayor beneficio de todos con la ayuda de un poco
mindfulfulness en lugares de trabajo como la Compañía Ford Motor o el Departamento de Bomberos de Los Ángele”.
Barry Boyce
"La atención
plena puede ser una gran ayuda. La
difusión de la práctica de la meditación podría
constituir una diferencia real para los problemas de nuestra época. Pero
mientras que algunas personas pueden ser atraídos por la práctica a través de
la promesa científica de mejoramiento, ellos podrían acabar descubriendo que, una vez que han empezado, el
camino es mucho más interesante que eso”.
Ed Halliwell
"Y luego
está la posibilidad de que la
conciencia mejorada pueda producir
una desconexión entre los valores personales y organizacionales. Si eso ocurre,
por supuesto, un empleado puede
simplemente dejar de encontrar un mejor ajuste. Por otro lado, si una organización puede trabajar
creativamente con las preguntas que el aumento de la conciencia personal puede
disgustar, eso podría ser un gran
activo ". Jeremy Hunter
"Creo que lo
que [la atención] puede hacer, es de
esperar, es dar a los individuos, personas influyentes de organizaciones, y
tal vez incluso a las propias
empresas, la perspectiva que se necesita para tomar decisiones y realizar los
cambios, incluso los que que son beneficiosos, no sólo para su balance
contable, sino para nuestro bienestar emocional, físico y social”.
David Gelles
Lo que estos comentaristas están
diciendo de forma clara es : ¿quién sabe?
¿No es esto un acto de fe acerca de un conocimiento limitado y un cambio
imprevisible? Lo que esencialmente reclaman a los críticos budistas es corresponder "de buena fe".
Como budistas comprometidos, nos
tomamos muy en serio la siempre presente posibilidad de cambio y no tenemos
problema con la pregunta de "¿quién
sabe?". Pero precisamente porque "¿quién sabe?" es una
pregunta abierta donde su potencial estriba en su apertura, subrayamos la
necesidad de hacer preguntas sobre las dinámicas de poder que dan forma al mindfulness contemporáneo. Porque el
cambio por el bien común -en lugar del simple cambio personal o del bienestar
individual- debe venir de la ruptura con los sistemas de desigualdad,
explotación e injusticia imperantes.
La cuestión de la fe solicitada por
la pregunta "¿quién sabe?", el desafío de cultivar la confianza
recíproca o "buena fe", no es sólo un problema para los religiosos
comprometidos budistas, sino que es más bien una cuestión de atención
colectiva, una responsabilidad compartida. Para ser claros, el tipo de fe al
que nos referimos no debe reducirse a la comprensión convencional de la fe como
dogmática, asentimiento incondicional a cualquier proposición doctrinal o
verdad particular. Más bien, nos estamos refiriendo a una comprensión
generalizada, la no-doctrina específica de la fe-como-confianza. Esta fe
'desnuda' elemental o básica no se limita a las actividades religiosas, ya que
en toda relación comunicativa o interpersonal en la que nos encontramos debe
necesariamente estar presente este elemento de confianza o de "buena
fe". Destacamos esta condición compartida necesaria de "buena
fe" porque nos tomamos en serio las reiteradas
peticiones, tanto de budistas como
de defensores del mindfulness secular, para el aprendizaje recíproco entre las
enseñanzas budistas y la investigación científica sobre la atención plena.
Sin embargo, mientras que los
defensores del mindfulness secular esperan que los budistas comprometidos
atiendan sus reclamaciones de buena fe, ellos han eludido en gran medida,
tergiversado o rechazado sumariamente, las cuestiones planteadas en las
críticas recientes, como el artículo ahora viral "Más allá
McMindfulness." Los
defensores del Mindfulness no parecen dispuestos a debatir los temas en
cuestión, mostrando una especie de "mala fe". Tomemos, por ejemplo,
Jon Kabat-Zinn, el vocero principal de la supuesta revolución de la atención
plena. Cuando fue entrevistado acerca de la crítica McMindfulness en “The
Psychologist” respondió: "Esta
palabra salió de la boca de una persona o de la mente de una persona. Cuando
usted dice que está surgiendo, por supuesto, cada palabra como esta tiende a
convertirse en viral en la web, pero acaba de salir de la boca de una persona.
Esto no es McMindfulness, se pongan como se pongan".
Pero, ¿acaso no es esta una
perspectiva imaginaria? De hecho, es la preocupación socialmente comprometida
sobre el McMindfulness la que puede situarse sociológicamente dentro de las
condiciones empíricas de nuestro actual orden capitalista neoliberal de las
cosas.
Algunos pueden decir que las
semillas de una revolución que ya se están plantando, diciendo por ejemplo que
la atención plena ya está trayendo beneficios terapeúticos a los individuos.
Pero los beneficios terapéuticos de la atención plena nunca han sido
estrictamente hablando el tema en discusión. Aclaremos una vez más que no
estamos desestimando el hecho de que los enfoques terapéuticos individuales a
la atención en el lugar de trabajo o en el hogar pueden contribuir al bienestar
personal. Más bien, estamos haciendo hincapié en la necesidad de abordar colectivamente
los problemas sistémicos que generan condiciones de estrés en primer lugar.
¿Qué tipo de revolución sería si las
condiciones de desigualdad, explotación e injusticia reinantes permanecen sin
respuesta, o si sólo se facilita el acceso privilegiado a la atención plena
para cultivar un mayor bienestar, mientras que las condiciones problemáticas
persisten “como siempre”"? El potencial revolucionario de la atención
plena sigue siendo una cuestión abierta.
Otros también han señalado la mala
fe mostrada por Kabat-Zinn. El artículo aparecido en Buda-dharma, "El Movimiento Mindfulness: ¿Qué
significa para el budismo?" entrevistó a cuatro renombrados profesores
de mindfulness. En sus comentarios introductorios, Jenny Wilks señaló que es "poco útil para el debate que se
polarice o que se base en la falta de comprensión de lo que realmente está
pasando o las motivaciones de las personas, en cualquiera de sus esferas o
campos. Las posiciones atrincheradas no hacen nada para desenfangar las ideas y
opiniones que rodean la atención plena”. Muy bien. Sin embargo, la falta de
comprensión de las motivaciones de los demás, o más bien, una tergiversación de
las motivaciones detrás de las preocupaciones de los budistas comprometidos, es
precisamente lo que encontramos en las respuestas de los profesores como Diana
Winston, Trudy Goodman y Barry Boyce, todos los cuales simplemente representan
la preocupación budista como un
temor infundado acerca de la "dilución" del budismo.
Pero esta no es la motivación detrás
de la crítica del McMindfulness. Sí, los comentaristas budistas comprometidos
hacen evocar los ideales budistas en sus críticas. Pero lo hacemos no para
consagrar una postura tradicionalista sobre o contra los intentos de traducir y
contemporizar la atención plena. Tampoco se trata de hacer valer un enfoque
budista tradicional como el único árbitro de la verdad en la atención plena.
Más bien, la atención plena contemporánea debe negociar necesariamente para
conectar los ideales budistas acerca de la “compasión consciente”, como Bhikkhu
Bodhi dice, con los desafíos sociopolíticos más amplios.
No estamos idealizando un contexto
"puro" de la práctica, que ahora está siendo 'aguado'. Más bien,
aceptamos plenamente la tarea necesaria de traducir y contemporizar la atención
plena a través de diálogos con los sistemas no budistas. Para ello, es
necesario articular las motivaciones budistas pertinentes con claridad e
invitar a otros a participar en ello con
hospitalidad intelectual y buena fe. Pero lo que encontramos en varias
ocasiones es una respuesta de mala fe que desdeña y que malinterpreta nuestra
invitación a la investigación colectiva como una reacción
"fundamentalista".
Otro claro ejemplo de una respuesta
de mala fe es un capítulo entero dedicado a refutar la crítica McMindfulness en
el libro de David Gelles, “El trabajo
Consciente”. Gelles declara su intención de poner las preocupaciones con
respecto a la incorporación de la perspectiva del mindfulness en un segundo
plano, pero se involucra en cambio en estrategias retóricas de rechazo,
evitando el debate y cayendo en la tergiversación hiperbólica. Él representa la
crítica McMindfulness como una "visión seductora nefasta" que pinta
un retrato simplista de la atención plena corporativa como una agenda encubierta
de "lavado de cerebro". “Los
escépticos de la atención corporativa la describen como 'conspirativas'
'alarmistas "que perpetúan la falsa idea de que la meditación es «nociva»
o que puede "hacer a alguien una persona peor". Pero ¿es esto lo
que estamos diciendo?
El centro de la crítica
McMindfulness a los programas de atención plena en las empresas es que se rigen por la lógica de la autonomía individual neoliberal,
el mito de que las personas son simplemente "libre de elegir", ya sea
el estrés o el bienestar, la miseria o la felicidad. Gelles cita a Sharon
Salzberg, una maestra de atención plena famosa, quien sugiere que la atención
plena en el trabajo puede proporcionar a las personas “elecciones más claras”
“-que pueden, como dijo ella, “despertar al hecho de que tienen que dejar (el
trabajo)”. Pero tal vez no. Una vez más, ¿quién sabe?
Tal vez la gente no se despierte en
absoluto. O tal vez un individuo se haga consciente del hecho de que está trabajando en una cultura corporativa
opresiva y tóxica, cuyas políticas, prácticas o productos están en conflicto
con sus valores personales. Pero tal vez este individuo no tenga otras opciones
para salir de su trabajo actual, y se ha quedado atascado. Tal vez no tenga el
capital social y cultural necesarios para escapar de sus circunstancias
actuales. Podríamos recordar aquí el informe sobre la cultura de trabajo de
Amazon, donde varios de los entrevistados describen la dificultad de dejar el
ambiente tóxico, en parte debido a la presión del grupo y en parte debido a la
prescripción moral de que ejerzan su 'libre elección' para encontrar la “auto-realización”
y la autoestima mediante el desempeño de su función bajo coacción y sin quejas.
¿Hasta qué punto, entonces, podría la adaptación de la atención plena, de
acuerdo con la lógica neoliberal de autonomía y de la auto mejora emprendedora
compensar estos sistemas opresivos o de explotación, cuando dichos sistemas se
racionalizan bajo por el imperativo moral de la autonomía individual, para
empezar?
Para Gelles y los profesores
entrevistados en Buda-dharma, el
único problema previsible con el movimiento de la atención es la falta de
"buenos profesores. Como Barry Boyce, el editor de la revista Mindful,
afirma en su editorial "No es McMindfulness," los buenos profesores
son los que "muestran una fuerte independencia" de sus patrocinadores
corporativos. Pero, ¿es realmente posible tal independencia? ¿Los conflictos de
intereses, la confabulación y las relaciones simbióticas con los patrocinadores
corporativos aseguran que dichos
programas se mantienen dentro de los límites del status quo institucional? ¿Se
puede esperar que los profesores de Mindfulness sean independientes cuando su sustento depende de los
contratos corporativos y de sus cheques de pago? ¿Por qué morder la mano que te
da de comer? Aunque los programas de atención plena corporativos se expandieron
para investigar las causas y condiciones del estrés y del sufrimiento social,
serían tales programas compatibles con los objetivos fundamentales de la
maximización del beneficio? Dichos
programas, ¿no serían vistos como una amenaza (especialmente si los mejores
talentos fueran saliendo de la empresa como resultado de entrenamiento de la
mente) a los intereses corporativos en lugar de como un activo?
Todas estas son preguntas abiertas.
Resumen los peligros y las posibilidades '¿quién sabe?". Confiamos en que
cualquier persona que está comprometida con la atención plena estaría de
acuerdo en que es imposible anticipar plenamente el cambio. La atención plena
es una práctica que nos ayude a cultivar la conciencia de las habituales y no reconocidas condiciones
que dan forma a las motivaciones y consecuencias de nuestras acciones. Es una
práctica para ayudarnos a ser receptivos a las fuerzas de la realidad actual,
para ayudarnos a hacer y rehacer las decisiones, para dirigir nuestras acciones atentamente, una y otra vez,
con el fin de facilitar cambios para
un futuro más prometedor que pueden o no pueden llegar .
La pregunta abierta "¿quién
sabe?", el desafío de cultivar la buena fe en nuestras decisiones y
acciones y relaciones con los demás, momento a momento, es el punto de partida
para la práctica continua de la atención plena, independientemente de si uno
toma un enfoque budista o no. Es nuestra esperanza que los debates sobre la
atención plena sean más
conscientes del dilema que plantea la pregunta “¿quién sabe?” Estos
debates deberían centrarse en los problemas sistémicos que afectan al bienestar
personal. Estos problemas sistémicos, a su vez, suponen ciertos peligros para
el futuro desarrollo de la atención plena, y proporcionan el fundamento para
que el potencial revolucionario del mindfulness se actualice.
"¿Quién
sabe?" es a la vez un obstáculo y una oportunidad. Se convierte en un
obstáculo cuando los defensores de la atención plena evocan el '¿quién sabe?
" como una manera de descartar o eludir los desafíos que suponen el uso
individualista, institucional o corporativo de la atención plena. Pero se
convierte en una oportunidad cuando los defensores de la atención plena aceptan
el “¿quién sabe?" como un enigma compartido para cultivar la hospitalidad
intelectual y la buena fe necesaria para el aprendizaje recíproco entre
acercamientos budistas y no budistas, y por un futuro prometedor para la
atención plena, para un verdadera revolución de la atención plena.
Independientemente
de si uno es un practicante religioso o practica desde una orientación secular,
la atención plena es una práctica de fe.
(*) Ronald Purser, Ph.D., es profesor de Management en la Universidad Estatal de San Francisco, USA.
(*) Edwin Ng, Ph.D., es un teórico cultural residente en Melbourne,
Australia. Escribe habitualmente sobre el budismo y atención plena en el blog
de Religión y Ética del Australian Broadcasting Corp.
Traducción de
Jesús David Zarza, revisión de Dokushô Villalba, para el blog Atención Plena
& Ciencias Contemplativas.
[1]
http://content.time.com/time/covers/0,16641,20140203,00.html
[2] http://time.com/1556/the-mindful-revolution/
[3]
http://dealbook.nytimes.com/2015/01/21/amid-the-chattering-of-the-global-elite-a-silent-interlude/?_r=1
[4]http://www.businessnewsdaily.com/2267-workplace-stress-health-epidemic-perventable-employee-assistance-programs.html
[5]
http://www.gallup.com/businessjournal/162953/tackle-employees-stagnating-engagement.aspx
[6]
http://www.versobooks.com/books/1845-the-new-prophets-of-capital
[7] http://www.davidgelles.com/
[8]http://www.nytimes.com/2015/08/16/technology/inside-amazon-wrestling-big-ideas-in-a-bruising-workplace.html
[9] http://www.davidsmail.info/introfra.htm
[10]
http://www.gsb.stanford.edu/insights/why-your-workplace-might-be-killing-you
[11]http://www.theguardian.com/books/2015/jan/22/the-wellness-syndrome-carl-cederstrom-andre-spicer-persuasive-diagnosis
[12]http://www.theatlantic.com/business/archive/2015/03/corporations-newest-productivity-hack-meditation/387286/
[13] http://religiondispatches.org/american-buddhism-beyond-the-search-for-inner-peace/
[14] http://flame.cgu.edu/featured/jeremy-hunter/
[15]
http://jeremyhunter.net/wp-content/uploads/2013/02/Mindful-Is-Mindfulness-Good-for-Business.pdf
[16] http://www.macleans.ca/society/life/the-battle-for-buddha/
[17]
http://www.bloomberg.com/news/articles/2014-05-28/to-make-killing-on-wall-street-start-meditating
[18]
http://knowledge.wharton.upenn.edu/article/why-mindfulness-and-meditation-are-good-for-business/
[19] http://www.startribune.com/mindfulness-arrives-in-the-twin-cities-workplace/233176121/
[20]
http://nomosjournal.org/2013/08/searching-for-integrity/
[21]
http://dealbook.nytimes.com/2015/01/21/amid-the-chattering-of-the-global-elite-a-silent-interlude/?r=0
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